"Raynor Winn, "soy una trabajadora que ha escrito un par de libros"
Tengo 58 años. Vivía en una granja centenaria en Gales y ahora vivo en Cornualles, Inglaterra. Estoy casada con Moth, tenemos dos hijos. Deseo una política basada en la justicia y la igualdad, y es urgente afrontar la crisis climática. Creo que somos uno con la naturaleza y busco su compañía.
Inmersión en la vida salvaje
El engaño de un íntimo amigo les dejó sin su granja y sin sustento y a Moth le diagnosticaron una enfermedad terminal. Sin saber qué hacer de su vida, cumplidos los 50, se lanzaron a caminar, recorrieron los 1.010 kilómetros del sendero de la costa sudoeste de Inglaterra, acampando en los acantilados, entre el mar y el cielo. "Fue muy traumático, pero aquella inmersión total en la vida salvaje –vivíamos, dormíamos y comíamos dentro de ella– nos cambió. Ahora Moth se encuentra mucho mejor y yo he comprendido la vida". El sendero de la sal (Capitán Swing) se ha convertido en un superventas internacional. Escribió un segundo libro, The wild silence: a memoir , sobre volver a habituarse a vivir bajo techo después de meses en plena naturaleza. "No fue fácil, acabé montando la tienda en el dormitorio para poder dormir", y ya va por el tercero.
Usted tenía una granja centenaria.
En Gales, la compré con mi marido a los 30 años. No tenía ni techo, la reconstruimos con nuestras manos y la convertimos en una casa rural, pero la perdimos, un íntimo amigo nos estafó.
Y les desahuciaron.
Por suerte mis hijos ya estaban fuera de casa. El día que vinieron a echarnos estábamos escondidos debajo de la escalera, paralizados. En una de las cajas vi un libro escrito por un joven que había recorrido la costa sudoeste, el camino de la sal, con su perro.
Y decidieron echarse al camino.
Sí, necesitábamos un destino, recuperar algo de sentido. Acabábamos de enteramos de que mi marido tenía una enfermedad degenerativa incurable.
...
Empezamos con un estado emocional de amargura, ansiedad y miedo, pero había algo en el hecho de poner un pie delante del otro que nos permitió concentrarnos en lo único que teníamos: el presente, el ahora.
Cuénteme momentos especiales.
Una mañana neblinosa y húmeda caminando por un acantilado un hombre con una caja llena de moras nos ofreció. Nunca había probado nada tan delicioso, así que le pregunté.
¿Y?
"Este sabor se da cuando la niebla del mar deposita una capa de sal sobre las moras que ya están en su punto perfecto de maduración". Es un regalo de la naturaleza, algo que ningún chef puede crear y que ningún dinero puede comprar. Eso fue para nosotros ese viaje, un regalo del tiempo y de la naturaleza.
https://www.lavanguardia.com/lacontra/20211008/7776234/hogar-llevas-contigo-nadie-te-quitar.html