¿Cómo decido tomar una decisión?
Son tantas en un solo día y algunas de forma automática. Un camino para ser consciente, o más consciente, es agregar la gratitud hacia nosotros en cada decisión.
Por ejemplo: agradecerme haber colocado la ropa que quería. Agradecerme el desayuno preparado. Agradecerme haber ido al mercado. Agradecerme el trabajo que realizo. Agradecerme mi reconocimiento. Agradecerme el haber preparado el alimento o haber ido a alimentarme. Agradecerme el descanso. Agradecerme el cariño con que me trato. Agradecerme la ducha que me he dado. Agradecerme la lectura que me he compartido. Agradecerme la música que he escuchado. Y tantas otras experiencias que se vive en un día.
Con esta idea, en la medida que la practicamos, vamos tomando consciencia de nuestras decisiones, de cómo nos atendemos y además, percibiendo que hay algunas que ya no disfrutamos y podemos decidir de forma distinta.
Empezamos a sentir nuestras decisiones. Empezamos a sentirnos.
Empezamos a sentirnos antes de tomar una decisión.
Empezamos a cometer menos errores pues nuestras decisiones son fruto del diálogo honesto con nosotros mismos.
Ahora el valor también está en lo que sentimos al tomar la decisión.
Vamos conociéndonos, creando nuevas decisiones. Viviendo nuevas experiencias.
Vamos entendiendo para qué decidimos.
Y así, empieza a abrirse un universo de decisiones dentro de la mente y la consciencia de su poder.
Conocerlas es conocernos.