Ariadna Balmes, de 30 años, se desprende de la silla de ruedas y se zambulle en el agua con un par de maniobras a pie de piscina. Hace unos largos, sumerge la cabeza y vuelve a asomarse al borde de la pila. "Cuando estás en el agua es una sensación que no sabría explicar… Es una forma de salir de la silla, de no tener que estar todo el día haciendo algo con ella. No sé, es muy guay", resuelve la joven. En 2017 le diagnosticaron una leucemia y la toxicidad de la quimioterapia le provocó una lesión medular que le paralizó el cuerpo de cintura para abajo. Desde entonces, Balmes lucha para acostumbrarse a un mundo distinto. "Cuando vas en silla de ruedas, te das cuenta de que el mundo no está preparado para nosotros. Tenemos barreras de todo tipo: arquitectónicas, sociales, económicas…", lamenta la joven, que trata de visibilizarlas y romperlas. Apenas lleva unos meses haciendo natación y ya tiene seis medallas en campeonatos españoles y el sueño de participar en unos Juegos Paralímpicos".
Imagen: Gianluca Battista / El País