Por Juan José Millás / El País
"No es fácil sorprender a un ser humano en el momento de observarse a sí mismo. De ahí el valor de esta fotografía. Lo curioso es que el retratado se observa desde su eco, desde el que no es, quizá porque no nos podemos mirar si no nos colocamos fuera de nosotros. Y eso es lo que hacemos antes de salir de casa: escapar de nosotros para proyectarnos en el espejo, y desde ahí, desde nuestra réplica, lanzarnos una mirada valorativa. La vida cotidiana está tan llena de espejos que no somos conscientes de la cantidad de coyunturas en las que los utilizamos para revisitarnos como el que vuelve al barrio del que salió. Y aunque repitamos mil veces ese gesto, en cada una de ellas sentimos la misma punzada de extrañeza de aquella primera vez, cuando un adulto, colocándonos frente a la luna del armario, nos dijo: "Ese eres tú".
Image: Andre Gide, Neuchatel, 1948.
ARCHIVIO CAMERAPHOTO EPOCHE (GETTY IMAGES) / EPS