Por Lola Sampedro / ABC


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Cuando tenía pareja, el mejor momento del día era cuando él se iba por la mañana y me quedaba sola en la cama. Esa sensación de buscar el frío en las sábanas, esos pensamientos, ese placer me reviene aún. Mi cama son mis dominios, ahí hago muchas cosas: amo, leo, trabajo, sueño. Me desespero. Puedo dormir acompañada sin ningún problema, de hecho, si me pilla en otra casa duermo igual de bien, pero ese gusto de estirar las piernas y los brazos y que la cama entera sea para mí, eso no sé cómo contarlo".



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