Por Guillermo Alonso / Icon / El País
"Primero fue el modista de cabecera de la alta sociedad y de la Casa Real. Después, uno de los descubrimientos de la televisión gracias a 'Maestros de la costura'. Mientras la cuarta edición del programa llega a su fin, hablamos con él de moda, censura, política y dinero.
Lorenzo Caprile (Madrid, 1967) fue mediático antes de ser famoso. Sus creaciones para la infanta Elena, la infanta Cristina o la reina Letizia fueron diseccionadas durante años en la prensa de moda y del corazón, y como entrevistado o invitado a tertulias siempre fue uno de los conversadores más generosos con los medios. Pero hace tres años lo descubrió la televisión. Tenía que ocurrir: con su voz personalísima, su discurso tan culto como imprevisible y un aspecto perfecto para que le surgieran imitadores (sucedió en Leit Motiv), Maestros de la costura lo hizo conocido para el gran público. El formato, llamado a hacer por la máquina de coser lo que Masterchef hizo por los fogones, lleva ya cuatro ediciones con una audiencia que no es masiva, pero sí fiel y apasionada (supera el 11% de cuota de pantalla aun enfrentado a culebrones turcos y programas de telerrealidad ultrahormonados).
"No quiero pecar de urbanita ni de petardo, pero en Madrid la gente está más acostumbrada a cruzarse con rostros conocidos y te dejan más tranquilo. La fama la noto más cuando voy fuera". Lo cuenta en una de las terrazas del hotel del centro de la capital en el que vive, desde la que se divisa el extenso jardín con palmeras y fuentes de un convento y un edificio oficial en el que, comenta Caprile con sorna, "hacen cosas muy raras por la noche". De su vida en el hotel ha hablado a menudo y no hay en ella demasiada épica ("se me caía la casa encima", resume), pero más interesante es lo que ocurrió cuando la pandemia los cerró todos en España: "En el hotel viven también los dueños del edificio, así que me dejaron quedarme. Tengo los mejores caseros de Madrid".
Maestros de la costura ha roto muchos mitos para los espectadores sobre el mundo de la moda: esta temporada hemos visto a un exboxeador entre los concursantes. ¿Ha roto alguno para usted desde dentro?
Quiero hacer un matiz: el programa se llama Maestros de la costura, no Maestros de la moda. Lo que está logrando el programa, y me alegro muchísimo, es romper muchos mitos sobre el mundo de la costura. Es injusto, y también machista, que no nos dé miedo ir al Leroy Merlín y montar una estantería en casa, pero para subir el bajo a un pantalón, que es una gilipollez, tengas que ir a una Retoucherie [nombre de una cadena de arreglos textiles]. Estamos logrando que la gente pierda el miedo a ponerse delante de una máquina de coser y arreglar una camisa que le queda grande. Y no hablo solo de hombres: coser, históricamente, ha sido cosa de hombres y mujeres. Es más, en los inicios de nuestro oficio, en los que España fue pionera, las mujeres tenían prohibido por los estatutos ser costureras".
Image: Saul Ruiz / El País