Por Carine Mardorossian 

The conversation / BBC Mundo


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Una y otra vez, los familiares en duelo han relatado cuán más devastadora fue la muerte de su ser querido porque no le pudieron tomar la mano para brindar una presencia familiar y reconfortante en sus últimos días y horas.


Algunos tuvieron que decir su último adiós a través de la pantalla de un teléfono móvil que sostenía un trabajador sanitario. Otros recurrieron al uso de walkie-talkies o a saludar a sus familiares a través de las ventanas.


¿Cómo se puede superar el dolor y la culpa abrumadores que surgen cuando se piensa en un ser querido que muere solo?


No tengo una respuesta a esta pregunta. Pero el trabajo de un médico de cuidados paliativos llamado Christopher Kerr, con quien escribí el libro Death Is But a Dream: Finding Hope and Meaning at Life's End ("La muerte no es más que un sueño: encontrar esperanza y significado al final de la vida"), podría ofrecer algún consuelo.


Visitantes inesperados


Al comienzo de su carrera, el doctor Kerr tenía la tarea, como todos los médicos, de atender el cuidado físico de sus pacientes.


Pero pronto notó un fenómeno al que las enfermeras experimentadas ya estaban acostumbradas. A medida que los pacientes se acercaban a la muerte, muchos tenían sueños y visiones de seres queridos fallecidos que regresaban para consolarlos en sus últimos días.


A los médicos se les capacita para interpretar estos sucesos como alucinaciones delirantes o inducidas por fármacos que podrían justificar más medicación o sedación total.


Pero al ver la paz y el consuelo que estas experiencias del final de la vida parecían proporcionar a sus pacientes, Kerr decidió hacer una pausa y escuchar.


Un día, en 2005, una paciente moribunda llamada Mary tuvo una de esas visiones: comenzó a mover los brazos como si meciera a un bebé, arrullando a su hijo que había muerto en la infancia décadas antes.


Para Kerr, esto no parecía un deterioro cognitivo. Se preguntó qué pasaría si las propias percepciones de los pacientes al final de la vida tuvieran un impacto en su bienestar de una manera que no debiera preocupar a enfermeras, capellanes y trabajadores sociales".



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Image: Getty Images / BBC Mundo

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