Por Iñako Díaz-Guerra / El Mundo


"Camilo. Medellín, Colombia, 1994. Tras convertirse en fenómeno mundial en 2020, estrena disco, Mis manos. Es la cara amable de la música urbana latina, sin exhibicionismo ni pose. En Vida de rico, su mayor éxito, bebía cerveza y no tenía un peso, ahora ya...


Tras el éxito descomunal del último año, un poco de vida de rico ya puedes llevar.


Un poco, un poco... Ha sido una gran sorpresa, la verdad. Yo hago lo que hago por amor: por amor a escribir, por amor a mis canciones y por compartir lo que creo. Pero la verdad es que la magnitud del impacto de lo que estoy haciendo es algo que yo no tenía calculado ni alcanzaba a soñar. Mis ambiciones no iban por ese lado. Me ha cogido por sorpresa, una sorpresa positiva con cosas hermosas que vienen de la mano del éxito, pero sorpresa, al fin y al cabo.


¿Te cambia tanto la vida el éxito como pensamos desde fuera?


Sí, cambia radicalmente. Mucho y todo. Junto al éxito llegan también muchas expectativas, cambia mucho la distribución de tu tiempo, tienes un montón de ojos encima de ti, es diferente hasta tu forma de crear. Cuando te aproximas a tu guitarra, ya no existe la posibilidad de que esa canción solamente la vaya a conocer yo, sino que tienes la presión de que hay millones de personas de diferentes continentes que van a opinar. El verdadero cambio es ese, algo casi intangible, más que tener más plata o comprarte un carro.


He leído que te sientes un instrumento enviado por Dios. Mucha responsabilidad es esa.


Bueno, no sé si tanto como un instrumento entero, pero sí un cablecito, un enviado por Dios para hacer música. Pero es lo contrario, esto en vez de ponerme peso me lo quita, porque me recuerda que soy un reflejo de una cosa que no me pertenece. En realidad, esto es lo único que verdaderamente me aligera la carga de este éxito: acordarme de quién es verdaderamente la fuente de lo que estoy compartiendo, que es Dios y no yo. Si el motivo por el que haces lo que haces es que necesitas ser el número uno y el más grande de todos, eso sí que es una presión increíble. En mi caso, recuerdo que estoy aquí usado por algo más grande que yo y me doy cuenta de que no importa si te oyen 15 o 15 millones".




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Image: Javi Martínez / El Mundo

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