Por Pijama Surf / Cultura inquieta


"La revolución de la esperanza es una obra del psicólogo y filósofo humanista Erich Fromm, escrita en plena fiebre de finales de la década de 1960, los años de la "Primavera de Praga", el Mayo francés y el inicio del movimiento hippie en Estados Unidos, entre otros movimientos sociales, marcadamente juveniles, que suscitaron el entusiasmo de muchas personas en todo el mundo por su espíritu renovador.


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La tercera clase de intrepidez la encontramos en la persona totalmente desarrollada, que descansa en sí misma y ama a la vida. Quien se ha sobrepuesto a la avidez no se adhiere a ningún ídolo o cosa y, por lo mismo, no tiene nada qué perder: es rico porque nada posee, es fuerte porque no es esclavo de sus deseos. Este tipo de persona puede prescindir de ídolos, deseos irracionales y fantasías, porque está en pleno contacto con la realidad, tanto interna como externa. Y cuando ha llegado a una plena "iluminación", entonces es del todo intrépida. Pero si ha avanzado hacia su meta sin haberla alcanzado, su intrepidez no será completa. No obstante, quienquiera que trate de avanzar hacia el estado de ser él mismo plenamente sabe que se produce una inconfundible sensación de fuerza y de alegría en donde fuere que se dé un nuevo paso hacia la osadía. Siente como si hubiera comenzado una nueva fase de la vida. Y de esta suerte podrá experimentar la verdad de la frase de Goethe: "Ich babe mein Haus auf nichts gestellt, deshalb gehórt mir die ganze Welt" ["He puesto mi casa sobre nada, en vista de que el mundo entero me pertenece"].


Como decíamos, la idea de "la persona totalmente desarrollada" a la que alude Fromm en este párrafo atraviesa prácticamente todas sus obras y, en ese sentido, es posible decir que se trata de una noción capital en el pensamiento del autor. Fromm se refiere a un momento de la existencia al que una persona puede llegar luego de un trabajo consciente y constante sobre sí misma, por medio del cual descubra sus limitaciones y sus posibilidades, la historia de vida que ha dado resultado a lo que es, sus sueños, su deseo, sus temores… en fin, todo aquello que conforma la condición humana.


Fromm –que en este acercamiento al ser humano sigue la amplia tradición occidental del autoconocimiento que va de Sócrates a Sigmund Freud– defendió en su obra que únicamente cuando una persona se conoce a sí misma alcanza un grado importante de autonomía, pues se da cuenta de que posee los recursos suficientes como ser humano para vivir, en toda la extensión de la palabra: sin depender de otro, sin explotar a otros, sin esperar nada de nadie, con plena conciencia de su finitud, sin temor a la muerte ni al dolor, etcétera.


Este, por supuesto, es un estado de la existencia que no sólo pocas personas alcanzan, sino que además menos aún se interesan por buscar. Por las condiciones mismas de nuestra especie (en particular la amplia duración de la infancia del ser humano), lo más común es que la gente repita los patrones de dependencia, irracionalidad y angustia en los que se formó, sin preocuparse por romper con ellos y cambiarlos".


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Image: Rene Burri / Magnum / Cultura Inquieta

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