Por Víctor-M. Amela / La Vanguardia

"Tengo 41 años. Nací en Moscú, crecí en Israel y Canadá y vivo en Vitoria. Soy filósofo, investigo desde la Universidad del País Vasco. Tengo un hijo, Eli (5). ¿ Política? Comunismo vegetal, o de lo viviente. ¿ Religión? Soy aconfesional de cultura judía. Las plantas de Chernóbil siguen irradiando.

'Chernóbil herbarium'

Me entero por Michael Marder de que el suelo de la zona de exclusión de Chernóbil está tapizado de árboles caídos y hojas muertas hace años... ¡que no se pudren! Es decir, que no se corrompen: la radiación acumulada lo impide. Es decir, la inmortalidad. El sueño en forma de pesadilla. "La muerte ha muerto", concluye Michael Marder, pensador muy talentoso al filosofar sirviéndose del mundo vegetal. Sabe leer las radiaciones simbólicas de Chernóbil en la conciencia humana, más allá de la alteración de los cuerpos. Me ha fascinado leer Chernóbil herbarium (NED Ediciones), con "rayogramas" de Anaïs Tondeur y textos de Michael Marder ("Fragmentos de una conciencia explotada"). Intuyo que la vida misma no es otra cosa que la radiación que nos lleva, en la que naces y estás".


https://www.lavanguardia.com/lacontra/20210909/7711127/nube-radiactiva-chernobil-me-paso-encima.html



Imagen: La Vanguardia
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