La historia de Javier Gómez, su guionista jefe y coproductor ejecutivo, puede contarse saltando de fracaso en fracaso hasta llegar al éxito tan incontestable como imprevisto. De un plató a tomar decisiones de tres millones de euros. Lo sabe y lo usa, pero en la proporción justa para no sonar como un coach sacacuartos que quiere convencernos de la trascendencia astral de levantarte cuando caes.
Porque hay veces que la caída no es un fracaso, ni siquiera producto del azar: es, sencillamente, una enfermedad. Él habla de la suya, con una generosidad y honestidad brutal —no es un adjetivo gratuito— reflexionando sobre qué le llevó a dejarse aniquilar por un oficio, el periodismo, del que recomienda vivamente salirse cuanto antes. Como si fuera tan fácil. Como si él hubiera podido del todo.
Nos recibe en la sede de Vancouver Media, su nuevo hogar profesional —con ventanas, patio y sonido de pájaros— y recuerda los tiempos en los que echaba veintisiete horas en redacciones sin ventanas, deduciendo el tiempo de allá afuera basándose en el atuendo de la gente a su alrededor. También de su desembarco en La Sexta, cuando informó con coña y sin ganas de eso, del tiempo.
El lugar, pájaros al margen, es un campo de minas cuajado spoilers: Javier se apresura a borrar las pizarras en las que se «tramea», que en jerga de guionista significa decidir qué ocurrirá en la quinta temporada con Tokio, Denver o Nairobi, que hace años refieren a algo más (mucho más) que ciudades. Algo descubrimos, pero nos lo callamos: por no privar a nadie de la adrenalina cuando llegue el estreno en Netflix y también por darnos algo de importancia, para qué negarlo.
Algo que al entrevistado se le da regular. Juega, eso sí, a soltar afirmaciones tajantes e incendiarias de su mundo, la televisión. Ya tuvo haters cuando no estaba de moda y sin embargo ahora le sorprende que no «le crujan». Ahí va su inestimable intento. Aunque no lo lea".
https://www.jotdown.es/2021/01/javier-gomez-santander/
Imagen: Begoña Rivas / Jot Down