—"Ven, te invito a un bocata".
"Me engañó totalmente", recuerda Federico Viejo, Fede, 20 años después. "Y menos mal, porque si ella no se hubiera cruzado en mi camino ahora estaría muerto o en la cárcel". Llevaba cuatro años durmiendo en la calle cuando se conocieron. Desde los 15 estaba enganchado a las drogas y al alcohol y había pasado tres años en prisión por una estafa. El bocata era un pretexto para llevarle a una casa de acogida. Cuando atravesó la puerta pesaba 50 kilos. Era un hombre destruido, por dentro y por fuera. "Ella me lo devolvió todo". Lo primero, la autoestima.
Dos años después llegó Pedro Sarabia. Había sido yóquey. Había ganado mucho dinero. "Pero el hipódromo de Madrid cerró. Se me vino el mundo abajo y empecé a beber. Me lo fundí todo y acabé en la calle, a gatas. Estaba asqueado de mí mismo. El mundo no valía nada y yo no podía más. Llevaba tres años así cuando me hablaron de ella".
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