Por Josan Ruiz / Cuerpomente


"Los desiertos pueden estar vacíos, pero ahí reside precisamente su fuerza. En esos parajes, donde solo cabe lo esencial, la vida recupera su condición de milagro.


Vivimos en un mundo compartimentado, inmersos en una red de cubículos, calles, esquinas, rótulos, obligaciones, pantallas, horarios... Todo parece estar ocupado o tener dueño, empezando por el tiempo y el espacio.


Fuera de casa, el rumor del tráfico no cesa de día ni de noche. Dentro, es posible que la planta de la dicha no acabe de arraigar. Quizá nos falta quietud y nos sobran estímulos; tal vez nos hemos olvidado de contemplar el cielo".


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Image: Pexels / Cuerpomente

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