Por Sergi Ramis / La Vanguardia


"Esta fruta mediterránea es apreciada desde hace miles de años y puede prepararse de muy diversas maneras, incluida la posibilidad de convertirla en un licor o tomarla en un café.


Antes de que los melones, las fresas y los tomates estuvieran todo el año en los estantes de las fruterías, habían dos signos inequívocos de que el verano llamaba a la puerta: el alegre chirrido de los vencejos y el aroma embriagador de los higos. Por suerte, la tecnología todavía no ha domesticado los dos últimos fenómenos, que son el indicador irrefutable de que el buen tiempo y los largos días de luz natural han llegado.


En su sencillez, el higo se convierte una fruta absolutamente festiva, pues prácticamente es –y se come– como una golosina. Pero, siendo precisos, no se trata de un fruto sino de un sicono de la higuera. Es decir, en realidad es una parte del tallo que se expande tomando forma de saco bulboso. El interior está repleto de flores –hasta 1.600 en una sola pieza– envueltas en una pulpa carnosa que es lo realmente sabroso y perfumado".


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Image: Som_Gastro / La Vanguardia

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