Por Mireia Darder y Sílvia Díez / Cuerpomente
"Este cuento zen explica cómo nos llegamos a torturar con los pensamientos que conforman nuestro diálogo interno.
Se cuenta que una vez un monje y su discípulo, caminando, encontraron a una preciosa mujer que no se atrevía a cruzar un río. El maestro se la subió a la espalda y la ayudó a pasar a la otra orilla. Al discípulo la escena le enfureció. Y, al llegar a la puerta del monasterio, espetó al monje: "Maestro, os voy a denunciar. No podemos tocar a ninguna mujer. Y usted no solo la ha tocado, sino que ha cargado con ella unos metros".
"¿De qué hablas?", le preguntó el maestro. "De la mujer que ayudó a cruzar el río", contestó. El maestro: "Yo la llevé unos minutos y la dejé en el río. Mientras que tú todavía la estás cargando".
Este cuento zen es un buen ejemplo para explicar, a través de lo que le pasa al discípulo, cómo nos llegamos a torturar con los pensamientos que conforman nuestro diálogo interno. El maestro, en cambio, que vive en el presente, carece de él. Ni se acuerda del suceso".
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