Por Suso Pérez / La Vanguardia
"A lo largo de doce siglos, el camino de Santiago ha devenido un museo en ruta en el que cada persona que lo transita se empapa de historia y de arte, al tiempo que sigue siendo un singular viaje de introspección de cada ser humano a partir de las razones, religiosas, psicológicas, culturales, afectivas, lúdicas o de cualquier tipo que le hayan impulsado a recorrerlo.
El camino de Santiago es la ruta de peregrinación a la tumba del apóstol Santiago el Mayor, hallada en torno al año 820 en un lugar de Galicia donde primero se construyó una ermita y donde acabó formándose la ciudad de Santiago de Compostela. Santiago se convirtió así, con Roma en el centro y Jerusalén en Oriente, en el tercer foco de la cristiandad en un mundo amenazado por el avance del islam.
El descubrimiento de los restos del primer apóstol de Cristo que murió martirizado fue un acontecimiento de tal magnitud en la Europa de la época que de inmediato comenzó una peregrinación que, alentada y apoyada por reyes y papas, se convirtió en masiva en los años siguientes.
La ruta que seguían los peregrinos de otros países que llegaban cruzando Francia dio lugar a lo que se conoce como el camino de Santiago por antonomasia: el camino Francés, la vía que cruza los Pirineos por Roncesvalles (Navarra) o por Somport (Huesca), confluye en Puente la Reina (Navarra) y sigue por Logroño, Burgos, León... hasta llegar a Compostela.
A lo largo de los siglos X y XI ese camino resultó tan transitado que se convirtió en un motor económico y cultural en los reinos hispánicos. Pueblos y ciudades nacieron a lo largo de la ruta (en muchos de ellos, como Logroño, la calle Mayor es directamente el Camino), se construyeron monasterios, iglesias y catedrales, y reyes, señores feudales y órdenes religiosas y de caballeros lo cuidaron y promocionaron".
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