Por Juan Luis Álvarez / Magazine Lifestyle


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Tenía la esperanza durante el confinamiento de que aprenderíamos a ser leales los unos con los otros, a ponernos en valor y a cuidarnos y a acompañarnos en este mal momento, pero ya no la tengo. No creo que hayamos resuelto que lo más importante es estar para los demás; de hecho nos veo cada vez más abocados a traicionarnos y a mentirnos que nunca. Es muy triste. Pero vamos, no hemos conseguido ni siquiera ser algo más fieles a nosotros mismos. Yo, desde que me levanto hasta que me acuesto, me traiciono "unas cuantas de veces". Y de una forma consciente. El que no lo acepta es porque no lo quiere ver porque vive mejor así.


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Y eso que la imagen es cada vez más importante para triunfar en su trabajo…


Es lo que menos soporto. No disfruto de las alfombras rojas, de las fiestas, de toda esa parafernalia tan falsa que nos rodea y que esta muy lejos de los platós o de los escenarios. Es un poco un mundo de mierda, en el que reina la hipocresía, el engaño, el oportunismo y la manipulación y donde hay gente muy perra y muy cabrona. Y lo digo yo, que he disfrutado en el set de un ambiente de trabajo excepcional en casi todo lo que he hecho; tanto en El Cid con el La casa de papel, que han sido trabajos con un buen rollo increíble.



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También lo son los poemas que ha recogido en su libro "A propósito de tu boca". ¿Le falta a este mundo un poquito de poesía?


Le falta acercarse un poco al mundo de los sentimientos, de la sensibilidad. Falta tener ganas de pensar y expresar cosas bonitas. Es como si nos hubiéramos vuelto sordos ante determinados estímulos. Y si te lo hacen ver, encima te cabreas. Es tal la falta de empatía, que hasta nos la negamos a nosotros mismos. Y si tú no te permites ser generoso con tus propios pensamientos y sentimientos hacia ti ¿Cómo lo vas a ser con los demás?"


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Image:  La Vanguardia

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