Por Isabel Garzo / Yorokobu


"En el Belmonte de San José hay pocas señales. Sus habitantes son menos de un centenar y todos saben bien dónde está el Ayuntamiento, la única tienda y el único bar. Los que llegan por primera vez a La casa de Belmonte se sirven de las indicaciones de María Ruiz, la cabeza de la iniciativa, para llegar a su «albergue para escritores». Allí continua esa ausencia de señalización. Tampoco es posible pagar con tarjeta de crédito. Ella explica que todo ello responde «a una búsqueda intencionada de vacío».


En el libro de Mark Haddon El curioso incidente del perro a medianoche, el quinceañero Christopher Boone tiene síndrome de Asperger y memoria fotográfica. No puede evitar leer todos los carteles que hay a su alrededor ni atender a todas las señales acústicas o luminosas. Por eso no se encuentra bien en lugares con exceso de información y estímulos. En ocasiones, las personas que viven en las ciudades desarrollan una habilidad para anular el ruido de esos ambientes saturados, pero en otras muchas, dicho ruido dificulta la reflexión y la actividad creativa.


La casa de Belmonte ofrece un refugio rural para aquellos escritores que quieran evadirse por un tiempo de esa vorágine. La capacidad máxima es de cuatro al mismo tiempo: uno en cada planta. El motivo es que para la anfitriona es importante que cada uno tenga su propio espacio. Ese «cuarto propio» de Woolf. También ofrece la posibilidad de alquilar la casa completa, por ejemplo para encuentros creativos."


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Image: Yorokobu

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