Te invito...
Paso por ti
en el lugar que estés:
ayer, hoy o mañana.
Te extiendo mi mano
y suavemente, nuestros dedos
entrelazan,
lo que ya estaba
entrelazado.
Caminamos por una avenida,
entre coches y personas,
pensamientos y deseos.
Todos nos ven,
todos nos miran,
escuchan todo, todos.
En la glorieta nos paramos
y empezamos a desnudarnos,
lentamente,
no, no de la ropa,
de nuestras mentiras,
todas.
Esas que estuvieron ocultadas
con gran esfuerzo,
para no ser lo que somos.
La brisa de la verdad
toca nuestra piel;
nos excitamos;
siguen yendo las mentiras.
Todos escuchan nuestra voz,
que siempre fue oída,
aunque la boca no hablara.
Con nuestra mirada inocente
nos acariciamos;
sentimos por vez primera
la verdad del amar.
Me entrego a ti,
y con ello, la última mentira:
el cuerpo que separa.
Y ahora estamos dentro
de nosotros,
el orgasmo que sentimos
es la unión,
esa que seguirá
pues la verdad
ha sido reconocida.
Ya no sabemos quiénes somos;
las identidades se fueron;
queda nuestra verdad:
que nos amamos.