Un viaje de regreso
El camino hacia dentro
es verdad que conlleva momentos
de dolor, con caídas varias,
algunas que requieren
más tiempo que otras
para levantar.
Incluso a veces
se siente que
no se logra avanzar.
El camino hacia dentro
es verdad que conlleva momentos
de gozo, con la creación de logros
que solo el que la vive
puede entender
el intenso disfrutar.
Experiencias que crean
una nueva percepción
de uno y de amar.
El camino hacia dentro
es verdad que conlleva momentos
que no se pueden explicar,
experiencias
que empiezan pareciendo complejas
y al avanzar
se perciben que son sencillas,
tal vez de tan obvias
y de la resistencia
en no querer verlas,
ahí estaban aguardando
la decisión de aceptar.
El camino hacia dentro
es verdad que conlleva valor,
todo el valor,
todo el que uno acepte
en el momento de decidir emprenderlo.
Porque después
de una experiencia sentida
parecerá que el valor ha aumentado
y habrá el deseo
de dar un paso más
para deshacer
otra creencia temida.
El camino hacia dentro
es verdad que requiere el deseo
de aprender, de conocer,
lo que implica tener
un mínimo de humildad
para empezar.
Un deseo de soltar
lo que no es honesto
y dejar aflorar
verdades que crean
un despertar.
El camino hacia dentro
es verdad que en algún momento
enseñará
que solo con el perdón
se puede avanzar.
El camino hacia dentro
es verdad que conlleva un doble regalo:
al entender uno a uno mismo,
también entiende a los demás;
al aceptar uno a uno mismo,
también acepta a los demás;
al escuchar uno a uno mismo,
también escucha a los demás;
al darse uno a uno mismo,
también comparte a los demás;
al perdonar uno a uno mismo,
también aprende
a no juzgar.
El camino hacia dentro, es verdad.