"Si hubo un filósofo que destacara la importancia de la dimensión pulsional del ser humano antes de la llegada del psicoanálisis y su colonización del territorio del inconsciente, ése fue Nietzsche. La fama cada vez más extendida del pensador del eterno retorno en las primeras décadas del siglo veinte y el auge de esta nueva rama de la psicoterapia hacían presagiar un fructífero encuentro entre sus ideas. Pero Freud, celoso de su originalidad, sabedor de cuánto había anticipado Nietzsche algunas de sus intuiciones más célebres sobre el trasfondo de la personalidad, la moral y la cultura, evitó siempre el acercamiento".
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