Por Alberto Olmos / Zenda Libros


"Escribir una columna sobre escribir columnas es ya decirlo todo. Decir, por ejemplo, que el columnista necesita un tema, y que esa necesidad de tema acaba siendo también un tema, porque el columnismo es sobre todo un forma de consumirse. Este oficio suena bien las primeras cien veces, los primeros tres años, cuando uno descubre que, en efecto, tiene cosas que decir. Luego ya no tienes nada que decir, y escribes un artículo sobre escribir un artículo, que es el punto de no retorno de tu obsesión. Escribir columnas es tan rutinario como cualquier otra carrera artística, pues todas son como poner ladrillos, como vender seguros, sólo que te aplauden más. Por eso es una rutina incomprendida, premiable, de mucha vanidad. Pero al final estás tú solo ganándote el pan con el ladrillo de la columna, con el seguro de vida de la palabra. Detrás de una firma no hay otra cosa que un pobre hombre llevando a casa algún dinero".


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