Por Antonio Ortí / La Vanguardia
"Los nuevos productos proponen un disfrute 'slow', alejado de los retos casi imposibles en medio de peligros que pueden acabar con la vida 'virtual' del jugador.
Una nueva generación de videojuegos reflexivos, que no presionan a los jugadores con enrevesadas misiones y se alejan del afán competitivo, ha irrumpido en el sector para luchar, hombro con hombro, contra la hiperestimulación y la superficialidad. "El movimiento slow está cogiendo velocidad", bromea Víctor Navarro-Remesal, investigador del Tecnocampus de la Universitat Pompeu Fabra y autor del libro Pensar el juego. 25 caminos para los games studies (Shangrila).
Del mismo modo que el slow food, el slow travel o el slow cinema (un género de cine que enfatiza las tomas largas y que viene a ser el reverso de la moneda de los fasters, es decir, de quienes eligen visionar las series a 1,5X de velocidad para poder ver más episodios en menos tiempo), proponen tomarse el tiempo necesario para llevar a cabo una acción dada, otro tanto está ocurriendo con los videojuegos. A diferencia de los que animan a cargarse a hordas de enemigos a punta de metralleta (o motosierra) o conminan a escapar en tiempo límite de entornos postapocalípticos, una nueva generación de videojuegos sugiere dedicar el tiempo de ocio a escapar de la creciente aceleración tecnológica. "Desde el momento en que existe este nicho de mercado, es porque hay una demanda", recuerda Joan Arnedo, director del máster universitario en Diseño y Programación de Videojuegos de la UOC."
Image: Animal Crossing / La Vanguardia