Por Andrés Seoane / En El Cultural
¿Te atreves a vivir como un filósofo griego?
¿Cómo sería confrontar nuestro día a día con los pensamientos y modos de vida de pensadores como Pitágoras, Pirrón, Epicuro o Diógenes? La escritora italiana Ilaria Gaspari nos lo cuenta en ‘Seis semanas con los filósofos griegos’ (Lumen), un sorprendente viaje en busca de la felicidad a las raíces del pensamiento occidental.
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"Y es que Gaspari, además de escritora, estudió Filosofía en la Escuela Normal Superior de Pisa y tiene un doctorado por la Sorbona, por lo que su opción para tratar de arreglar eso que notaba roto fue lanzar una mirada hacia el pensamiento filosófico, en concreto a sus orígenes en la Antigua Grecia. “Hoy existen manuales que nos enseñan a no sufrir, a no dejarnos dominar por los demás, a ser lo que queremos ser; libros que nos consuelan y tratan de ayudarnos con respuestas que podamos utilizar en la vida cotidiana… Todo eso ya está mucho mejor contado en la filosofía griega antigua, que no ofrece respuestas, sino que ayuda a formular correctamente las preguntas, a mirar las cosas desde otra perspectiva”, explica la autora. “Y además lo hace desde un lenguaje mucho menos académico y complejo que el que solemos atribuir a la filosofía. El lenguaje de la filosofía antigua tiene una sencillez casi poética”.
"Y es que Gaspari, además de escritora, estudió Filosofía en la Escuela Normal Superior de Pisa y tiene un doctorado por la Sorbona, por lo que su opción para tratar de arreglar eso que notaba roto fue lanzar una mirada hacia el pensamiento filosófico, en concreto a sus orígenes en la Antigua Grecia. “Hoy existen manuales que nos enseñan a no sufrir, a no dejarnos dominar por los demás, a ser lo que queremos ser; libros que nos consuelan y tratan de ayudarnos con respuestas que podamos utilizar en la vida cotidiana… Todo eso ya está mucho mejor contado en la filosofía griega antigua, que no ofrece respuestas, sino que ayuda a formular correctamente las preguntas, a mirar las cosas desde otra perspectiva”, explica la autora. “Y además lo hace desde un lenguaje mucho menos académico y complejo que el que solemos atribuir a la filosofía. El lenguaje de la filosofía antigua tiene una sencillez casi poética”.
“Quería seguir cada escuela filosófica durante el tiempo suficiente para desorientarme, para salir de mis coordenadas habituales y de las fronteras dentro de las cuales estaba acostumbrada a definir mi identidad, a moverme y a vivir de una manera ‘automática’, es decir, sin hacerme preguntas”.
“Estamos acostumbrados a pensar, automáticamente, que nuestras razones y nuestras percepciones valen más que las de los demás solo por ser nuestras. Pero abrazar el escepticismo significa aceptar implícitamente al otro, lo que nos hace ser menos intransigentes y más tolerantes ante los errores inevitables, propios y ajenos”. No parece una lección para nada arcaica.
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“Estamos acostumbrados a pensar, automáticamente, que nuestras razones y nuestras percepciones valen más que las de los demás solo por ser nuestras. Pero abrazar el escepticismo significa aceptar implícitamente al otro, lo que nos hace ser menos intransigentes y más tolerantes ante los errores inevitables, propios y ajenos”. No parece una lección para nada arcaica.
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